Desde pequeñita había soñado con que me tocaba la lotería y que me podía comprar una casa con jardín para tener un perrito.
Al ser mayor la compraba siempre para probar suerte. Pero... nunca me tocaba. Seguía comprando lotería y... seguía sin tocarme.
Un día me puse tan triste que hasta lloré. ¡No era justo! Había comprado en total un millón novecientas mil papeletas. Ya me iba a rendir. Mi sueño era imposible.
Pasó un año y, cada día que pasaba, estaba más triste.
Una noche soñé que mucha gente había visto cumplido su sueño. Entonces, no me rendí y compré otra papeleta y al decir los resultados, salió premiada con el gordo de Navidad.
Esta vez también lloré, pero de alegría. Me compré mi casa y mi perro.
Mi sueño se había cumplido.
Ana García
5º A
CEIP Padre Manjón de Burgos
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